¿Puede dejarla sin nada? (Episodio 20) – Por todos lados se ven mesas cubiertas con monedas de cobre. Unos chicos harapientos se afanan sirviendo pulque en vasos rajados. En una mesa, hay un banquero enormemente gordo con un pañuelo blanco y sucio amarrado a la cabeza, que cubre un sombrero roto echado a medio lado. Junto a él se sientan dos mujeres de aspecto libertino.
En el siglo XIX la lotería se popularizó en México a pesar de la prohibición de las apuestas. San Agustín de las Cuevas, la antigua capital del Estado de México (hoy parte de la delegación Tlalpan), se convirtió, de manera clandestina, en punto clave para los juegos de azar.
Fuente: El Museo Soumaya
Preliminares en torno a una teoría del juego en San Agustín por Juan Granados Valdéz, 1 Junio 2018
Resumen:
San Agustín, observador atento, aficionado al juego en su infancia y asiduo asistente a los espectáculos en su juventud, no dejará pasar la oportunidad de reflexionar en múltiples ocasiones sobre el juego, la participación en espectáculos, el status estético, moral y ontológico del mismo y de desarrollar categorías, que le permiten un acercamiento a los eventos artísticos, a los juegos y a los deportes. Este escrito pretende presentar las anotaciones y acotaciones del obispo de Hipona sobre el juego de manera sistemática, a modo de un primer acercamiento, aportando los elementos suficientes para un diálogo con otras propuestas teóricas y apuntando, marginalmente, las consecuencias morales y ontológicas que este autor extrae de sus observaciones y sus reflexiones.
FANNY: La Plaza de San Agustín de las Cuevas está muy animada. Por todos lados se ven mesas cubiertas con montones de monedas de cobre. Lámparas de latón y velas de sebo, torcidas, gotean grasa y aceite. Unos chicos harapientos se afanan sirviendo pulque en vasos rajados. En una mesa, hay un banquero, un hombre enormemente gordo, con un pañuelo blanco y sucio amarrado a la cabeza, que cubre un sombrero roto echado a medio lado. Junto a él se sientan dos mujeres de aspecto libertino. Definitivamente están aquí todos los que se arruinaron con el intento de golpe de estado, es la gran oportunidad de recuperar sus fortunas.
CRESCENCIA: Fanny, estoy desesperada. ¡Por favor, no puedes contarle esto a nadie! Sé que Santiago les prestó dinero a los rebeldes, con la esperanza de que ganarían… le prometieron un puesto alto y mucho poder. Y ahora temo que él pierda la herencia de mi familia…
FANNY: ¿Puede dejarte sin nada?
CRESCENCIA: Puede y lo hará si, como temo, ya no me ama.
CORA: No tema quedarse sin nada, las señoras de las mejores clases organizan constantemente maravillosas fiestas en beneficio de los pobres.
CRESCENCIA: Fanny, ¿está dispuesta a permitir semejante impertinencia?
FANNY: Escuchémosla, dice eso porque sabe algo. He llegado a conocerla.
CRESCENCIA: (Con odio.) ¡Es una lépera! (Calmándose.) Pero si usted lo dice…
CORA: Santiago usó la hacienda como garantía para jugar al monte ayer.
(SONIDO: Las dos mujeres expresan su espanto.)
FANNY: No se desmaye usted, Crescencia, que Cora no ha terminado. ¡Cora!
CORA: (Divertida.) El señor ganó once lingotes de oro. Dijo que regresaría hoy mismo a México.
(SONIDO: Las dos mujeres suspiran de alivio.)
FANNY: Ya le decía yo que (no) se apresurara en desmayarse…
CORA: Sin embargo, el señor Don Barragán le rogó a Santiago que se quedara a cenar…
FANNY: ¡Cora!
CORA: El señor Santiago aceptó y…
CRESCENCIA: ¡Y no me digas más, hoy volverá a apostar, es como si estuviera endiablado! Recemos para que gane.
FANNY: Debes impedírselo. Ve esto: todos están endiablados con el juego. Los mendigos juegan en las esquinas de las calles y debajo de los arcos; los jóvenes juegan en grupos en la plaza; los cocheros y los lacayos juegan en las puertas de los carros.
CRESCENCIA: (Con impaciencia). ¿Te molestaría acompañarme a buscar a Santiago? Temo que ya debe estar apostando…
Menú: